El ayahuasca o yagé es un brebaje curativo que se obtiene cuando se cosen dos plantas amazónicas, una de ellas es la Banisteriopsis Caapi y la otra es la Psychotria Viridis (a la que también se le conoce como chacruna). Estas plantas han sido empleadas durante siglos en la medicina tradicional por tribus indígenas de la Amazonía, posee propiedades psicoactivas que, si es tomado bajo la guía y supervisión de un curandero o chamán, puede ayudar a un mayor autoconocimiento y a disminuir las dificultades emotivas, especialmente las que están ligadas a diagnósticos clínicos como es la depresión y las adicciones.
Su presencia en los pueblos amazónicos es ancestral, donde se le da reverencia por las capacidades y por sus cualidades curativas. Cientos de tribus originarias que están desperdigadas por toda Sudamérica han contado con el Ayahuasca durante varios siglos, como un aliado que sirve no solo en la vida de la selva, sino que también ayudan para la caza, la guerra, los rituales, pero además, es usada como una pócima que permite agudizar la percepción de los sentidos, la apreciación de los riesgos, la espiritualidad de seres vivos como lo son la fauna, la flora, la Tierra y el gran poder de estos elementos.
El ayahuasca es venerada por la mayoría de estas tribus porque también es para ellos una medicina, pero esto no llegaba al mundo exterior de manera generalizada hasta hace algunos años. El ayahuasca es un brebaje, una bebida que sólo se obtiene cuando se prepara a través de la cocción de dos plantas que se encuentran de manera frecuente en las regiones selváticas de Sudamérica: la liana Banisteriopsis Caapi y la Chacruna, también llamada Psycotria Viridis.
También existe el enfoque tradicionalista, el que es utilizado por los chamanes, curanderos, especialistas en terapia conductual y curativa con uso de Ayahuasca. La magíster en Psicoterapia Clínica, Ingrid Tartakowsky explica lo que pasa cuando una persona ingiere Ayahuasca: “Cuando se ingiere ayahuasca, la cual es preparada a base de la liana y la chacruna se activan dos zonas cerebrales, estas son la zona prefrontal, que tiene que ver directamente con la planificación, el entendimiento, dar sentido, y a su vez, se activa otra zona, la que tiene que ver directamente con la biografía emocional, recuerdos biográficos, esta es la amígdala. Lo que ocurre es que se tiene una experiencia de mayor entendimiento y control de las emociones. En términos de la experiencia, el cómo se vive, como se siente, se puede decir que la personas conecta con sus vivencias emocionales, despierta, se vuelve a conectar con su ser, pero de otra forma, de una nueva manera”.
Ella dirige el Centro Manto Wasi que practica la terapia con Ayahuasca. Su visión es mucho más tradicionalista, vegetalista, indigenista, según dice, busca siempre estar apegada a la práctica de conocimientos milenarios, transmitidos de generación en generación, y que, hasta la fecha son practicados en la selva del Perú. Ella hace hincapié en que, aunque hay muchos contenidos en internet que relatan experiencias fantásticas, viajes mágicos y alucinaciones, el Ayahuasca para los curanderos es la fuerza vital de las plantas, que tienen vida, que poseen un espíritu y que contribuyen al alcance de un nivel superior de conocimiento interno, de paz interior, por medio de la visualización y comprensión de las experiencias y cómo estas encajan en la construcción de la personalidad, conducta y madurez emocional.
“Un factor que no está considerado y que se pasa por alto cuando se habla de su uso terapéutico es también su uso religioso, ritual, como sucede en Colombia y en Venezuela, donde se emplea de manera muy diferente a como se hace en el Perú, donde tiene un uso más medicinal y espiritual. El ayahuasca amplía estos límites de visión y de percepción, de conocimiento espiritual. Cuando una persona trabaja desde el curanderismo y desde el vegetalismo, las plantas te van curando, te van sanando poco a poco. En Brasil también se le da una contexto religioso” indica la directora del Centro Manto Wasi, Ingrid Tartakowsky.
El Ayahuasca ha sido declarada como patrimonio inmaterial del Perú, donde su uso es bastante extenso, especialmente en la región de Iquitos, el cual se ubica en el corazón de la selva amazónica peruana, pero que además, es sacramento en algunas iglesias brasileñas que practican ritos que orbitan entre el cristianismo, el vegetalismo y el sincretismo. Los rituales donde se utiliza el Ayahuasca varía muchísimo, pero los vinculados con el curanderismo o con el vegetalismo, generalmente son ceremonias en las que los participantes se someten a una preparación previa que implica una dieta con restricción de carnes y grasas, además, señala que se debe tener abstinencia de alcohol, abstinencia de prácticas sexuales, y dejar el consumo de sustancias psicoactivas.